Madness - Baggy Trousers

Cuenta conmigo. Música por la PAZ.

Playing For Change es un movimiento multimedia creado para inspirar, conectar y promover la paz en el mundo. La idea del proyecto surge de la convicción de que la música desarma las fronteras y nos ayuda a superar nuestras diferencias. No importa cuales sean nuestros orígenes geográficos, políticos, económicos, espirituales o ideológicos, la música tiene el poder universal de trascenderlos y de unirnos como habitantes de un mismo planeta.

Simón del Desierto. Luis Buñuel


1965.
México.
Duración 46 min.(inacabada)
Director: Luis Buñuel
Guión: Luis Buñuel
Reparto: Simon - Claudio Brook, Diablo - Silvia Pinal

Buñuel retrata la vida de Simón el Estilita, un hombre que permaneció subido a una columna en el desierto durante 37 años, escapando de las tentaciones humanas (cosa nada facil). Desde lo alto se dedicó a predicar y obrar milagros. Pero es imposible salvar el mundo huyendo de él y mucho menos mirando al resto de las personas desde arriba (los planos de Buñuel son bestiales). El mismo diablo personificado en una guapa joven se le presenta para tentarle. Quizás sea una de las películas más surrealista y extrañas del genio aragonés (y eso es mucho decir). Combina el drama con la comedia y lo grotesco. Lástima que el productor se quedara sin dineros para seguir financiando el rodaje, seguro que estaríamos hablando de una grandiosa película. En teoría Buñuel planeó filmar una escena bajo la nieve y incluso una visita histórica del emperador de Bizancio. 

WHY?

Alrededor de medianoche. Round Midnight



1986. Scorsese produce y Tavernier filma un largo y triste solo de saxo con olor a tabaco y whisky barato, la mejor película sobre el jazz. Se trata de una declaración de amor a la música y un homenaje a aquellos muchos intérpretes que acabaron en nada.
El gran Dexter Gordon (grande por como tocaba y por su altura 2,05 cm) intepreta a Dale Turner, un viejo saxofonista de Nueva York que viaja a Francia en busca de un trabajo. Alcohólico incurable, cada noche toca en un club nocturno llevándose los aplausos de su reducido público. Entre ellos se encuentra Francis, un hombre con problemas económicos y una hija pequeña, pero gran admirador de Dale.
Francis decide ayudar al músico a superar su alcoholismo pero el gigante es indomable, un llanero solitario en caida libre, un auténtico perdedor al que su saxo le sirve de terapia y anestesia.

"Oigo música a todas horas, aunque todo esté en silencio, escucho música cuando como, cuando duermo...."




Colas de Manhattan. Cuento de Woody Allen.

Hace un par de semanas, Abe Moscowitz se murió de un infarto y vino a reencarnar en una langosta. Lo atraparon en la costa de Maine y lo enviaron a Manhattan, donde fue a parar a un tanque de un lujoso restaurante especializado en mariscos. En el tanque había otras langostas, una de las cuales lo reconoció: «¿Abe, eres tú?», preguntó la criatura levantando las antenas.

«¿Quién es? ¿Quién me habla?», dijo Moscowitz, todavía confundido por el místico desbarajuste post-mórtem que lo había transmutado en un crustáceo.

«Soy yo, Moe Silverman», dijo la otra langosta.

«¡A-la-bao!», chilló Moscowitz al reconocer la voz de un antiguo compañero de gin rummy, un juego de cartas.

«Hemos renacido», explicó Moe. «Como un par de langostas de dos libras».

«¿Como langostas? ¿Así es como termino luego de haber vivido una vida justa? ¿En un tanque en Third Avenue?».

«El Señor trabaja de maneras misteriosas», explicó Moe Silverman. «Mira a Phil Pinchuck. El tipo se fue del aire por culpa de un aneurisma, y ahora es un hámster. Se pasa el día corriendo en la estúpida rueda. Durante años fue profesor en Yale. Lo que digo es que a estas alturas le gusta la rueda. Pedalea y pedalea, corriendo hacia ninguna parte, pero con una sonrisa».

A Moscowitz no le gustaba su nueva condición en lo absoluto. ¿Por qué un ciudadano decente como él, un dentista, un hombre a todo que merecía volver a la vida como un águila en pleno vuelo o acurrucado en el regazo —y recibiendo caricias en su pelaje— de una mujer sexy de la alta sociedad habría de regresar ignominiosamente como el plato fuerte en un menú? Era su cruel destino ser delicioso, convertirse en el “Especial del día”, acompañado de una patata asada y un postre. Esto llevó a un debate entre las dos langostas sobre los misterios de la existencia, de la religión, de cuán caprichoso era el universo cuando alguien como Sol Drazin, un pastuzo que ambos conocían del negocio de comida por encargo, había regresado luego de un infarto fatal como un semental que preñaba a unas adorables potrancas de pura raza y recibía por ello altos dividendos. Sintiendo lástima por sí mismo y furioso, Moscowitz nadó de un lado a otro, incapaz de adoptar la resignación budista de Silverman ante la posibilidad de ser servidos a la termidor.

En ese momento, entró en el restaurante y se sentó en una mesa cercana nada más y nada menos que Bernie Madoff. Si Moscowitz se había sentido amargado e irritado con antelación, ahora jadeaba mientras su cola batía el agua con igual fuerza que el motor de un yate Evinrude.

«No me lo puedo creer», dijo, incrustando sus pequeños ojos —que asemejaban semillas de pimiento— en las paredes de cristal. «Ese ladrón que debería estar tras las barras, dando pico y pala en la roca, haciendo chapas de carros, se las agenció para escurrirse de la reclusión de su apartamento y ha venido a agasajarse con una cena de delicadezas marinas».

«No te pierdas la piedra de su inmortal amada», apuntó Moe, echándole un vistazo al anillo y los brazaletes de la señora M.

Moscowitz contuvo su reflujo ácido, una condición que lo perseguía de su vida anterior. «Él es la razón por la que estoy aquí», dijo ya en estado de agitación extrema.

«Dímelo a mí», dijo Moe Silverman. «Yo jugué golf con el hombre en la Florida —dicho sea de paso, el tipo mueve la bola con el pie cuando no estás mirando—».

«Cada mes me enviaba un extracto de cuenta», despotricó Moscowitz. «Yo sabía que esos números lucían demasiado buenos como para ser kosher, y cuando bromeé diciéndole que aquello parecía una estafa Ponzi, se atragantó con su kugel. Tuve que revivirlo con la maniobra de Heimlich. Al final, después de toda esa vida de altura, resulta que el tipo era un fraude y mi valor neto era igual a un quilo prieto. P.D.: Tuve un infarto al miocardio que fue registrado en unos laboratorios de oceanografía en Tokio».

«Conmigo se hizo el duro», dijo Silverman, buscando instintivamente en su carapacho una píldora de Xanax. «Al principio me dijo que no tenía espacio para otro inversor. Mientras más me rechazaba, más quería yo que me aceptara. Lo invité a cenar y como le gustaron los blintzes que cocinó Rosalee, prometió que la próxima vacante sería mía. El día que me enteré que se haría cargo de mi cuenta me emocioné tanto que corté la cabeza de mi esposa en nuestra foto de bodas y puse la suya. Cuando me enteré de que estaba en la ruina, me suicidé saltando del techo de nuestro club de golf en Palm Beach. Tuve que esperar media hora para el salto mortal: era el número doce en la cola».

En ese momento, el capitán escoltó a Madoff hasta el tanque de las langostas, en donde el astuto y fastidioso personaje analizó los diferentes candidatos de agua salada y sus potencialidades en términos de suculencia y señaló a Moscowitz y a Silverman. Una atenta sonrisa apareció en la cara del capitán mientras llamaba a un camarero para que extrajera el par de langostas del tanque.

«¡Esto es el colmo!», gritó Moscowitz, preparándose para la atrocidad suprema. «¡Me despoja de los ahorros de toda una vida y después me devora enchumbado en mantequilla! ¿Qué clase de universo es éste?».

Moscowitz y Silverman, cuya ira alcanzaba dimensiones cósmicas, empezaron a balancear el tanque hasta que lo derribaron de la mesa, rompiendo sus paredes de cristal y empapando el piso de lozas hexagonales. Las cabezas se volvieron mientras el alarmado capitán contemplaba el panorama atónito. Empecinadas en la venganza, las dos langostas se escabulleron rápidamente hacia Madoff. Llegaron a su mesa en un instante y Silverman se le tiró al tobillo. Moscowitz, canalizando la fuerza de un poseso, pegó un brinco desde el suelo y con una de sus tenazas gigantes engrampó fuertemente la nariz de Madoff. Gritando de dolor, el canoso artista de la estafa saltó de la silla en lo que Silverman le estrangulaba el empeine con ambas pinzas. Los comensales no podían dar crédito a sus ojos al reconocer a Madoff, y empezaron a vitorear a las langostas.

«¡Esto es por las viudas y las obras de caridad!», gritó Moscowitz. «¡Gracias a ti, el Hatikvah Hospital es ahora una pista de patinaje!».

Madoff, incapaz de librarse de los habitantes del Atlántico, salió disparado del restaurant y huyó chillando entre el tráfico. Cuando Moscowitz apretó el agarre de tornillo de banco en su tabique y Silverman le atravesó el zapato, persuadieron al tramposo de que se declarara culpable y pidiera perdón por su estafa monumental.

Al final del día, Madoff estaba en el Lenox Hill Hospital, lleno de verdugones y contusiones. Los dos renegados platos fuertes, saciadas sus iras, tuvieron sólo la fuerza suficiente como para dejarse caer en las frías y profundas aguas de Sheepshead Bay, donde, si no me equivoco, Moscowitz vive con Yetta Belkin, a quien reconoció de cuando hacía las compras en Fairway. En vida, ella siempre se había asemejado a un pez platija, y luego de su fatal accidente aéreo había regresado como tal.

Jean Renoir, la demostacíon del ARN...


Jean Renoir (París, 1894 - Beverly Hills, 1979) Director de cine, guionista y actor francés, segundo hijo del famoso pintor impresionista Pierre-Auguste Renoir. Dirigió películas en Francia y USA. Entre ellas destacan La regla del juego, La gran Ilusión, Esta tierra es mia o El rio .                                                             

LA GRAN ILUSIÓN


Francia
1937
114 min.
Jean Gabin, Pierre Fresnay, Erich Von Stroheim.

Argument: El film se inicia en un bar militar francés cerca del frente
durante la I Guerra Mundial. Un piloto, el teniente Marechal (Jean Gabin), recibe la orden de llevar al capitán De Boieldieu (Pierre Fresnay) en un avión. La segunda secuencia transcurre en un bar militar alemán. El mayor Von Rauffenstein (Erich von Stroheim ) que ha derribado el aparato francés, invita a los oficiales enemigos a comer. Marechal y Boieldieu llegan a un campo de prisioneros. Son enviados a barracones donde la vida no es muy difícil... Más tarde, Marechal y Boieldieu, que han intentado escapar varias veces, son encerrados en una fortaleza donde el mayor Von Rauffenstein, gravemente herido e incapacitado para volar, es el oficial al mando... Los franceses se dan cuenta de que pueden escapar si se produce algún momento de confusión. Mientras Boieldieu simula una evasión y los alemanes lo buscan, Marechal y Rosenthal (Dalio) escapan... Ambos huyen a través de la nieve y el barro. Habiéndose torcido un tobillo, Rosenthal no puede avanzar a buen ritmo; su amigo lo abandona pero al poco tiempo vuelve y le ayuda a esconderse en una granja. La granjera, cuyo marido y hermano han muerto, los recoge; Marechal se convierte en su amante y trabaja como si fuera el granjero. Cuando Rosenthal se recupera completamente, ambos cruzan la frontera suiza.
 
Renoir ridiculiza la guerra en la que el mismo participó (fue herido en la pierna) y reivindica la libertad y los valores humanos. Fue financiada por el Partido Comunista Francés. La película con un profundo carácter anti-bélico fue prohibida en muchos países (imagino la reacción de Goebbels) pero con el tiempo se ha convertido en un clásico indiscutible. Magnífico guión y maravillosos actores, Gabin y Von Stroheim están inmensos. Un 10! 
   


"El infierno son los otros."

Jean-Paul Sartre.

NOSFERATU

Película completa.

Krzysztof Kieślowski, el polaco triste...


Krzysztof Kieślowski nació en Varsovia el 27 de junio de 1941 en una familia modesta. Antes de empezar con su carrera de cine intentó ingresar en la escuela de bomberos que abandonó para seguir estudiando en la Escuela de Cine y Teatro de Lódz, Polonia (1957).

Comenzó su carrera realizando documentales y películas de ficción sobre la problemática económica y social dominante en su país en aquel momento. Su origen en el documental,tuvo de alguna manera relación con la forma en que encaraba los largos que realizaba que no solo tenían que tener un significado profundo para él internamente sino que debían movilizar al espectador. Su cine indagaba en la condición humana, en nuestra emociones, deseos, frustraciones, miedos. Sin embargo, no solo la temática resultaba interesante en sus trabajos, sino el tratamiento de la imagen, los ambientes recreados con un inteligente uso del color, los contrastes, las sombras y las luces en lo que resultaba en un deleite visual. Lograba captar la imagen y trascenderla a través de sus personajes, tratando de mostrar lo etéreo del alma, el mundo de las emociones intangibles, y reflejarlas en la pantalla grande por medio de sus historias.

Un cine intimista pero abierto a la duda, a la pregunta constante. Su cine no intentaba dar respuesta ni discursos, por el contrario planteaba interrogantes, enfrentando al espectador con sus propios valores.

A inicios de los 80 realiza una de sus obras más importantes para la televisión polaca: “El Decálogo”. Una obra basada en cada uno de los diez mandamientos y con la que el director elige la religión para hablar del ser humano y sus contradicciones morales.

En el año 1993 comienza su último trabajo, el de mayor reconocimiento y quizás el más perfecto. Es conocida como Tres Colores, empiezacon “Azul” la primera, un año más tarde nos presentaría “Blanco”, segunda de la saga, y con “Rojo”, pone fin a la misma. El nombre de cada una de las tres películas proviene de los colores de la bandera de Francia, y hacen referencia a cada uno de los tres principios básicos de la revolución francesa, libertad (Azul), igualdad (Blanco) y fraternidad (Rojo). 

Tras esto, decidió retirarse del cine aunque comenzó a escribir un guión “La Divina Comedia” de Dante, mediante una trilogía titulada Paraíso, Purgatorio e Infierno. Sin embargo, en marzo de 1996, sin concluir este guión, muere de un ataque cardíaco en su ciudad natal a los 54 años.



NO MATARÁS. DECÁLOGO. QUINTO MANDAMIENTO. 
Premio del Jurado en la edición de 1988 de Cannes y el Premio al Mejor Film por la Academia del Cine Europeo. 
Un joven asesina brutalmente a un taxista y es condenado a la horca, así de facil. Kieslowski hace un profundo análisis de los sentimientos humanos y reflexiona sobre el derecho que tenemos para decidir el destino de otros. Agobiante y durísima película, los últimos minutos están rodados casi en tiempo real. La escena en la que el joven se fuma el cigarro antes de ser ejecutado refleja el miedo y la desesperación de un modo que sólo el polaco sabía filmar. Os dejo la escena.






NO AMARÁS. DECÁLOGO. SEXTO MANDAMIENTO

Rodada al mismo tiempo que "No matarás" esta película cuenta la vida de Tomek, un joven de 19 años que se enamora de una mujer del edificio de enfrente y a la que espía todas las noches con un telescopio. Triste y silenciosa película en la que Kieslowski reflexiona sobre el amor y sus consecuencias. La película más bella que he visto jamás...

Cuento corto de Antón Chejov

¡Qué público!



-¡Basta! ¡Ya no vuelvo a beber!... Por nada del mundo. Tiempo es de ponerme al trabajo... ¿Te gusta recibir tu sueldo? Pues trabaja honradamente, con celo, sin tregua ni reposo. Acaba de una vez con las granujerías... Te has acostumbrado a cobrar tu paga en balde, y esto es malo...; esto no es honrado...

Luego de haberse hecho tales razonamientos, el jefe del tren, Podtiaguin, siente un deseo invencible de trabajar. Son casi las dos de la madrugada, mas, a pesar de lo temprano de la hora, despierta a los conductores y va con ellos por los vagones para revisar los billetes.

-¡Los billetes! -exclama alegremente, haciendo sonar el taladro.

Los viajeros, dormidos en la penumbra de la luz atenuada, se sobresaltan y le pasan los billetes.

-¡El billete! -dice Podtiaguin dirigiéndose a un pasajero de segunda clase, hombre flaco, venoso, envuelto en una manta y pelliza y rodeado de almohadas.

-¡El billete!

El hombre flaco no contesta; duerme profundamente. El jefe del tren lo golpea en el hombro y repite con impaciencia:

-¡El billete!

El pasajero, asustado, abre los ojos y se fija con pavor en Podtiaguin.

-¿Qué? ¿Quién?

-¿No me ha oído usted? ¡El billete! ¡Tenga la bondad de dármelo!

-¡Dios mío ! -gime el hombre flaco, mostrando una faz lamentable-. ¡Dios mío! ¡Padezco de reuma! Tres noches ha que no he podido conciliar el sueño... He tomado morfina para dormirme y me sale usted... con los billetes. ¡Es inhumano! ¡Es cruel! Si supiera usted lo que me cuesta conseguir el sueño, no vendría usted a molestarme con esas majaderías... ¡Esto es tonto y cruel! ¿Para qué le hace a usted falta mi billete? Esto es inepto.

Podtiaguin reflexiona si tiene que ofenderse o no; decide ofenderse.

-¡No grite usted aquí! ¿Estamos acaso en una taberna?

-En una taberna la gente es más humana -contesta el pasajero tosiendo-. ¿Cuándo podré dormirme otra vez? Viajé por todos los países extranjeros sin que nadie me pidiera el billete, y aquí es como si el diablo me persiguiera a cada momento: «El billete. El billete».

-En tal caso lárguese usted al extranjero, que le agrada tanto.

-¡Lo que me dice usted es una estupidez! ¡No basta con que uno tenga que soportar el calor y las corrientes de aire, hay que soportar también ese formulismo!... ¿Para qué diablos necesita usted los billetes? ¡Qué celo! Lo cual no impide que la mitad de los pasajeros vayan de balde.

-Oiga usted, caballero -exclama Podtiaguin-; si no acaba de gritar y molestar a los demás pasajeros, me veré obligado a hacerle bajar en la primera estación y a levantar acta.

-¡Es abominable! -murmuran los demás pasajeros-. Eso de no dejar en paz a un hombre enfermo... ¡Acabe de una vez, en fin!

-Pero si es el caballero, que me insulta -replica Podtiaguin-. ¡Está bien; que se guarde el billete! Pero yo cumplía con mi deber, ya lo sabe usted...; si no fuera mi deber... Pueden ustedes informarse..., preguntar al jefe de estación...

Podtiaguin encoge los hombros y se aleja del enfermo. Al principio sentíase ofendido y maltratado; pero después de haber recorrido dos o tres vagones, su alma de jefe de tren experimenta cierta intranquilidad y algo como un remordimiento.

"Tienen razón; yo no tenía para qué despertar al enfermo. Pero no es culpa mía. Ellos creen que lo hago por mi gusto; no saben que tal es mi obligación. Si no me creen, pueden informarse cerca del jefe de estación."

La estación. Parada de cinco minutos. En el coche de segunda clase entra Podtiaguin, y detrás de él, con su gorra encarnada, aparece el jefe de estación.

-Este caballero pretende que no tengo derecho a pedirle el billete, y hasta se ha enfadado. Le ruego, señor jefe, que le aclare si procedo por obligación o por pasar el rato. ¡Caballero! -prosigue Podtiaguin dirigiéndose al hombre flaco-. ¡Caballero!, si usted no me cree puede interrogar al jefe de estación...

El enfermo salta como picado por una avispa, abre los ojos y muestra una cara compungida y se apoya en los cojines.

-¡Dios mío! ¡He tomado el segundo polvo de morfina, que me calmó; iba a coger el sueño, y otra vez!... ¡Otra vez el billete!... ¡Le suplico tenga compasión de mí!

-Interrogue al señor jefe, y verá usted entonces si tengo derecho, o no, a pedir los billetes.

-¡Esto es insoportable! ¡Tome usted su billete! ¡Le compraré, si quiere todavía, otros cinco; pero déjeme que me muera en paz! ¿Es posible que no haya sufrido usted alguna vez? ¡Qué gente tan insensible!

-¡Es una mofa! -dice indignado un señor que viste uniforme militar-. ¡No puedo explicarme de otro modo tamaña insistencia!

-Déjelo -le dice el jefe de estación, frunciendo el ceño y tirándole a Podtiaguin de la manga.

Podtiaguin se encoge de hombros y camina lentamente detrás del jefe.

-¿De qué sirve el ser complaciente? -añade con perplejidad-. Sólo para que el viajero se tranquilice le he llamado al jefe, y en lugar de agradecérmelo me regaña.

Otra estación. Parada de diez minutos.

Podtiaguin se va a la cantina a tomar un vaso de agua de Seltz. Se le acercan dos caballeros de uniforme y le dicen:

-¡Oiga usted, jefe del tren! Su proceder con el pasajero enfermo indigna a todos los que lo hemos presenciado. Yo soy ingeniero y este señor es coronel; le declaro que si no presenta usted sus excusas, formularemos una queja contra usted a su jefe de línea, que es conocido nuestro.

-¡Pero, caballeros, es que yo..., es que él!...

-No queremos explicaciones; le advertimos que si no presenta usted sus excusas, tomaremos al enfermo bajo nuestra protección.

-¡Está bien!... Perfectamente... le daré mis excusas..., si ustedes lo desean.

Media hora más tarde, Podtiaguin prepara su frase de excusas para contentar al pasajero y no rebajar demasiado su dignidad. Hele aquí de nuevo en el coche de segunda.

-¡Caballero! -le dice-. ¡Caballero, escúcheme!

El enfermo se estremece y salta.

-¿Qué?

-Es que yo quiero..., ¿cómo decirlo?..., ¿cómo explicarle?... No se ofenda usted...

-¡Ah!... ¡Agua!... -grita el enfermo, llevándose la mano al corazón-. He tomado el tercer polvo de morfina..., me dormía, y otra vez... Dios mío, ¿cuándo se acabará esta tortura?

-Pero es que yo...; dispénseme...

-Basta...; hágame bajar en la primera estación... No puedo soportarlo más... Me... muero...

-¡Esto es abominable -exclaman voces desde el público-; váyase de aquí! ¡Tendrá usted que responder de sus insolencias! ¡Váyase usted!

Podtiaguin suspira hondamente y se marcha del vagón. En el coche de los empleados se sienta rendido al lado de la mesa y prorrumpe en quejas.

-¡Qué público! ¡Sea usted complaciente, conténtelos! ¿Cómo podrá uno trabajar? Así sucede que uno lo abandona todo y se entrega a la bebida... Cuando uno no hace nada, se enojan con él; si trabaja, igualmente se enfadan con él... Beberé una copita...

Podtiaguin absorbe de un golpe media botella de vodka, y no reflexiona ya más ni en el trabajo, ni en su obligación, ni en la honradez.

FIN

Cuando éramos reyes. Ali vs. Foreman.

Imprescindible documental. Épica moderna. A disfrutar! Dejo el primer enlace, el resto está en youtube.

Mos Def and Talib Kwali are Blackstar...

Dexter Gordon



Nacido en Los Ángeles, el que fuera uno de los mejores saxofonistas tenores del bebop y el hardbop, el joven Dexter Gordon, aprendió teoría musical y clarinete, antes de escoger, el saxo alto a los quince años y, definitivamente el tenor dos año después. Su carrera comenzó con la orquesta de Lionel Hampton, con la cual permaneció tres años. Después de actuar durante seis meses con la orquesta de Louis Armstrong (1944), fue contratado por Billy Eckstine, por un periodo de un año y medio. De nuevo en Los Ángeles, participó en un sexteto al lado de Charlie Parker y Miles Davis, para, seguidamente, crear su primer cuarteto, con el que desarrolló una intensa actividad entre Los Ángeles y Nueva York. Durante esta época grabó con Dizzy Gillespie, Fats Navarro, Charlie Parker, J.J. Johnson y Tadd Dameron, antes de asociarse con Wardell Gray, con quien protagonizó interesantes duelos entre 1947 y 1952 y de los que nació el disco "The Chase" (1947) .

Después de pasar unos años en prisión (1953-1955) por un asunto de drogas, grabó tres discos, "Daddy Plays The Horn", "Stanley The Steamer" y "Dexter Plays Hot and Cool", al que siguió un periodo de olvido para volver en 1960 cuando escribe la música para la obra de teatro, posteriormente pasada al cine, "The Connection" y graba el disco "The Resurgence of Dexter Gordon". Seguidamente firmó un contrato con Blue Note que daría siete excelentes discos, entre los que destacan "Doin' Allright", "Dexter Calling" (ambos de 1961), "Go" y "A Swingin' Affair" (ambos de 1962) y sobre todo, "Our Man In Paris" en 1963.

Dificultades laborales le impidieron el poder desarrollar todo su talento expresivo. Fue providencial la invitación a actuar al Ronnie Scott's de Londres, que significó el inicio de un largo exilio europeo. A partir de 1962 se instala en Dinamarca, donde es tratado con respeto y afecto, grabando muchos discos para el sello SteepleChase con músicos que viven o están de paso por Copenhague, como Kenny Drew, Horace Parlan o el pianista español, Tete Montoliu. Al mismo tiempo se presenta en muchos festivales europeos (Malmoe, Molde, San Remo, Berlín, Lugano) y también en pequeños clubes, dejando su magistral huella en París a través de dos discos históricos de Blue Note, el ya citado, "Our Man in París" (1963, con Bud Powell) y "One Flight Up". Sin embargo siguió yendo a Nueva York por cortos periodos de tiempo; en 1976, por ejemplo fue contratado por el Village Vanguard, en un regreso que significó el renacimiento del Bebop en los Estados Unidos. A partir de entonces, su vida se dividió entre Estados Unidos y Europa.

Su estelar participación en una de las obras cumbres del jazz y el cine como fue la película dirigida por el cineasta francés, Bertrand Tavernier en 1986 y titulada "Round Midnight" fue el punto y final glorioso a una vida llena de música y sensibilidad.

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DEXTER GORDON - OUR MAN IN PARIS (1963)
http://www.megaupload.com/?d=8NR5L41P

1991

Terciopelo Azul

Se habla más de Eraserhead y El hombre elefante pero sin duda Terciopelo Azul es la que se lleva la palma en cuanto a provocación y perversión/fotograma. Adaptación cinematográfica de un ataque de ansiedad, un infarto. Nos enamora de Isabella Rossellini y luego la maltrata y humilla sin que nosotros podamos hacer nada...


Opening.

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Isabella Rossellini cantando el Blue Velvet, una de mis secuencias favoritas de la historia del cine...

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Jack Kerouac - On The Road.




" Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida, mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas. "

De paso...

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I am the passenger
I stay under glass
I look through my window so bright
I see the stars come out tonight
I see the bright and hollow sky
Over the city's a rip in the sky
And everything looks good tonight

Singin' la la la la lalalala...